domingo, 16 de abril de 2017

Dioses y Sacerdotes, Habitantes Celestiales,

En las primeras culturas históricas, los dioses y sacerdotes procedían, por lo general, de los antiguos espíritus del clan o de los animales totémicos en los que habían creído los hombres prehistóricos, por lo que no es extraño encontrar deidades zoomorfas, como en Egipto, o que tuvieran como símbolo un animal, la lechuza de Atenea o el águila de Zeus, que veremos más adelante del Olimpo griego. Además, sus andanzas reproducían los rasgos de la vida ciudadana, en las que menudeaban los debates y las querellas, los habitantes celestiales podían llegar a odiarse a muerte y a jugarse muy mala pasadas, y sus ocupaciones eran las misma que las de los hombres; había dioses guerreros, artesanos, agricultores, etc. Eran, en fin, unos personajes muy <<humanos>>.
También los sacerdotes eran herederos de los magos y chamanes prehistóricos, pero ahora su poder era mucho mayor. Constituían la primera clase administrativa del Estado, con funciones tan importantes como la distribución  del agua, las simientes y los rebaños, el almacenamiento del trigo y el reparto de los productos.
En consecuencia, el templo se convierte en el centro de la vida económica de la cuidad: es almacén y casa de banca, centro de gestión administrativa y fuente de trabajo para los ciudadanos, pues necesita funcionarios que gestionen sus competencias, albañiles y carpinteros que los reparen o lo amplíen, tejedores, alfareros o escultores que provean de lo necesario para el culto. y panaderos y carniceros que mantengan bien servida la mesa de los dioses, aunque éstos, claro está, sólo el espíritu  de los alimentos, dejando para los sacerdotes la <<materia>>.


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